La política de Bitcoin de El Salvador vuelve a estar en el centro de atención después de que el país revelara su mayor compra en un solo día durante una fuerte caída del mercado.
La Oficina de Bitcoin de El Salvador informó que el gobierno adquirió 1.090 BTC el lunes por la tarde, un desembolso de aproximadamente $100 millones. Según la oficina, la transacción se ejecutó a las 18:01 hora del Este, durante un período de pronunciada volatilidad del mercado.
Esta última transacción eleva la reserva del país a 7.474 BTC, valorados en aproximadamente $676 millones a los precios actuales de spot. Además, el nuevo lote marca la mayor adquisición en un solo día que El Salvador ha registrado desde que comenzó a añadir el activo a su balance.
El país centroamericano, liderado por el presidente pro-Bitcoin Nayib Bukele, ha seguido una estrategia de acumulación constante. Ha estado comprando 1 BTC por día desde noviembre de 2022, una política que Bukele ha defendido repetidamente en redes sociales como una apuesta a largo plazo por la escasez digital.
La adición del lunes de 1.090 BTC se produjo cuando el precio de Bitcoin cayó brevemente por debajo de $90.000, su nivel más bajo desde abril, según la página de precios de The Block. Históricamente, el gobierno ha tendido a aumentar su exposición durante una caída del mercado de Bitcoin, convirtiendo la volatilidad en un punto de entrada.
Dicho esto, esta nueva asignación también subraya la estrategia más amplia que ha definido el enfoque del país desde que convirtió el activo en moneda de curso legal en 2021. Bukele ha compartido previamente capturas de pantalla de compras estatales en su cuenta oficial de X e ha insistido en que el programa de acumulación no se detendrá, incluso durante períodos de intensa presión de precios.
El punto clave de discordia es si El Salvador realmente compró 1.090 BTC directamente del mercado abierto. Bajo un acuerdo de préstamo de $1.4 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), se requiere explícitamente que el sector público del país no compre Bitcoin, creando un aparente choque entre política y práctica.
En julio, dos de los principales funcionarios financieros del país le dijeron al FMI que El Salvador no había comprado ningún Bitcoin desde febrero. Esta posición contradice directamente las declaraciones públicas de Bukele sobre compras continuas y genera dudas sobre cómo se clasifican las transacciones en los informes oficiales.
Un documento oficial del FMI aclaró posteriormente que cualquier aumento reportado en las tenencias de Bitcoin del fondo de reserva refleja principalmente la consolidación de monedas en varias billeteras propiedad del gobierno. Sin embargo, argumentó que estos cambios no representan necesariamente una nueva actividad de compra neta, sino más bien transferencias internas entre direcciones.
A pesar del lenguaje del FMI, la jefa de la Oficina de Bitcoin, Stacy Herbert, ha mantenido repetidamente que el estado continúa aumentando su posición. Ella ha enmarcado estos movimientos como una afirmación de soberanía monetaria, incluso cuando parecen poner a prueba los límites de las condiciones del préstamo del FMI.
En marzo, Herbert criticó duramente a los escépticos que cuestionaron la autenticidad de la actividad en cadena del país. "Algunos 'bitcoiners' confían en las palabras del FMI por encima de las acciones de acumulación de El Salvador registradas para la eternidad en la Blockchain de Bitcoin", escribió, argumentando que los datos del ledger público confirman la estrategia del estado.
Además, sus comentarios sugieren que la administración ve la blockchain misma como el registro definitivo de la política, independientemente de cómo las instituciones externas interpreten las divulgaciones formales del balance. Dicho esto, el desglose exacto entre nuevas compras de mercado y transferencias internas sigue siendo opaco.
El nuevo tramo de 1.090 BTC consolida aún más el papel de El Salvador como un caso de prueba soberano para la adopción de activos digitales a gran escala. Los partidarios ven la última actualización de tenencias de Bitcoin como evidencia de que el gobierno está comprometido a superar la volatilidad en busca de un potencial alcista a largo plazo y una mayor independencia financiera.
Sin embargo, los críticos argumentan que la posible tensión con el FMI podría complicar la gestión económica y el acceso futuro a financiamiento multilateral. La divergencia entre los mensajes de Bukele y las declaraciones de los funcionarios financieros también alimenta la incertidumbre sobre los estándares de transparencia y el riesgo fiscal.
Por ahora, los analistas en cadena y los observadores internacionales seguirán rastreando los flujos asociados con las billeteras del gobierno.
En resumen, el último aumento de las reservas de Bitcoin de El Salvador destaca tanto la escala de la apuesta del país como la zona gris regulatoria que la rodea. A medida que los precios fluctúan y las condiciones de los préstamos se endurecen, los próximos movimientos de El Salvador seguirán siendo una prueba clave de hasta dónde puede llegar una pequeña nación con una agenda económica que prioriza Bitcoin.


