La Unión Europea reducirá sus previsiones de crecimiento para 2026 debido a la persistencia de desacuerdos comerciales, junto con el débil rendimiento económico de sus países miembros más grandes y la agitación política.
Las perspectivas revisadas, que se publicarán la próxima semana, indican que la recuperación de Europa es mucho más inestable de lo que los funcionarios habían anticipado. Los funcionarios de la UE afirman que el aumento de los aranceles estadounidenses y las disputas comerciales no resueltas son ahora los principales obstáculos para el crecimiento. Las medidas arancelarias de la administración Trump, introducidas el año pasado, continúan afectando a los exportadores europeos, particularmente en sectores dominados por la manufactura como el acero, la maquinaria y los automóviles.
Bruselas esperaba que las presiones disminuyeran para 2026, pero también había anticipado una modesta recuperación. Las estimaciones anteriores situaban el crecimiento en torno al 1,4%. Se espera que esa estimación sea drásticamente menor, reflejando el impacto acumulativo de las barreras comerciales y el riesgo para los inversores. Las sacudidas de las tensiones comerciales entre EE.UU. y la UE también están haciendo que las empresas se detengan. Las compañías locales están aplazando inversiones en medio de temores sobre el acceso al mercado, riesgos en la cadena de suministro y la incertidumbre de los aranceles.
La creciente competencia global, un euro más fuerte y una caída en la demanda extranjera también están contribuyendo a los vientos en contra para las perspectivas de exportación. La incertidumbre en sí misma, dicen los economistas, es ahora una de las amenazas económicas más graves de Europa, en contraposición a los aranceles por sí solos. La confianza ha disminuido, la planificación de la cadena de suministro se ha vuelto más difícil, y el espectro de una mayor escalada comercial se cierne sobre cada previsión.
Alemania, la economía más grande de la UE, está experimentando un momento particularmente desafiante. Sin embargo, a pesar de la expansión del gasto público en defensa e infraestructura, la recuperación del país se ha rezagado. La producción industrial ha luchado por ganar tracción, y los problemas crónicos de competitividad de Alemania han echado raíces. Lo que se contaba como el mejor año de crecimiento post-pandémico de Alemania ahora se ha convertido en otro ciclo decepcionante.
El Consejo de Expertos Económicos del país recientemente recortó sus previsiones de crecimiento para 2026 al 1%, citando una demanda global más débil y mayores costos de producción. Francia, la segunda economía más grande del bloque, enfrenta un desafío diferente. El crecimiento ha demostrado ser resistente, pero la inestabilidad política está pesando sobre la confianza de los consumidores e inversores.
Según los analistas, se estima que medio punto porcentual del crecimiento de Francia para el año está siendo recortado por la incertidumbre, incluidas las disputas políticas internas y las tensiones presupuestarias. En toda la región, los responsables políticos también están emitiendo advertencias sobre riesgos estructurales, incluidos el aumento de los costos de energía, los cambios demográficos y la ampliación de las brechas de innovación en comparación con Estados Unidos y ciertas partes de Asia.
El Banco Central Europeo ya ha tomado medidas para ayudar a apuntalar la economía en dificultades. Ha recortado las tasas de interés varias veces este año, con el objetivo de estabilizar las condiciones crediticias y estimular la inversión. Sin embargo, los funcionarios del BCE reconocen que la política monetaria por sí sola no puede aliviar el peso del lastre causado por las presiones comerciales externas.
En su última evaluación, el BCE declaró que "la elevada incertidumbre, los altos aranceles efectivos y el endurecimiento de la competencia global" siguen siendo cuestiones clave que impiden el impulso de recuperación de Europa.
La inversión empresarial es débil, y no se espera que las exportaciones se recuperen de la noche a la mañana sin una desaceleración de las tensiones globales. La política fiscal, por otro lado, está estirada.
Un puñado de países miembros, incluida Italia, han avanzado en la estabilización de las finanzas públicas; se espera que otros, como Francia, registren algunos de los mayores déficits en la zona euro. Los enfoques presupuestarios divergentes pueden comprometer la capacidad de la UE para forjar una respuesta colectiva coordinada y fuerte.
Los líderes de la UE hoy buscan encontrar el equilibrio adecuado entre la necesidad de reforzar la competitividad interna y las complejidades del entorno geopolítico. Para el bloque, esto significa trabajar para impulsar la inversión en tecnología, energía limpia, resiliencia industrial y otras áreas para proteger al bloque de choques externos.
Políticamente, Bruselas continúa buscando la estabilidad en las relaciones comerciales con Washington. Cualquier alivio de las presiones arancelarias o pasos hacia nuevos acuerdos podría impulsar rápidamente las perspectivas económicas.
Sin embargo, los funcionarios advierten que la amenaza de nuevas disputas comerciales es "alta", y que Europa necesitaría prepararse para una era prolongada de fragmentación global.
A estas alturas, el mensaje de las instituciones europeas es más claro que nunca: la recuperación se está ralentizando, las presiones comerciales están creciendo, y sin una respuesta decisiva, las perspectivas de crecimiento para la región continuarán desvaneciéndose hacia 2026.
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