El presidente de EE. UU., Donald Trump, anunció el viernes nuevos aranceles generalizados contra China, declarando un arancel adicional del 100% sobre todos los productos chinos y controles más estrictos sobre las exportaciones de software crítico estadounidense, con vigencia a partir del 1 de noviembre de 2025.
Trump dice que la medida es una respuesta directa a lo que llamó tácticas comerciales "extraordinariamente agresivas" de China, especialmente los nuevos planes de Beijing para endurecer los controles de exportación en una amplia gama de productos, incluidos minerales de tierras raras.
Se espera que este desarrollo intensifique las tensiones económicas entre las dos economías más grandes del mundo y exacerbe las incertidumbres actuales para los mercados globales.
No hay nada nuevo en una guerra comercial entre EE. UU. y China. La rivalidad se ha estado gestando durante años, y durante la última década, ambas partes han impuesto aranceles y contramedidas entre sí.
Estados Unidos golpeó por primera vez las importaciones chinas con importantes aranceles en 2018, llegando hasta el 25% sobre aproximadamente 360 mil millones de dólares en bienes antes de que las cosas se enfriaran brevemente.
Ahora, con este nuevo arancel del 100% sumado a los existentes, los impuestos promedio se dispararán hasta alrededor del 130%, niveles no vistos desde el pico de la guerra comercial.
Se informa que la última ronda cubre prácticamente todo: electrónica, maquinaria, artículos para el hogar y ropa, sin señales de exenciones hasta el momento.
Lo que impulsó a Trump a anunciar aranceles adicionales el viernes es el anuncio de Beijing de amplios controles de exportación sobre minerales de tierras raras y tecnología de producción, que son vitales para las industrias tecnológicas y de defensa globales.
El presidente de EE. UU. criticó duramente las acciones de China y las calificó de "extraordinariamente agresivas" para ganar ventaja en el comercio internacional mediante la restricción del acceso a materiales críticos.
Los nuevos aranceles, que entrarán en vigor el 1 de noviembre, están destinados a responder a la medida de China y salvaguardar los intereses económicos y nacionales de EE. UU.
Pero las cosas se han calentado rápidamente, con Washington y Beijing intercambiando acusaciones de tácticas injustas, y cada uno insinuando que podría haber más represalias en camino.
Curiosamente, junto con los nuevos aranceles, Donald Trump también anunció controles de exportación sobre lo que llama "software crítico", que entrarán en vigor aproximadamente al mismo tiempo.
Esto ocurre semanas después de que China prohibiera los chips de Nvidia e impusiera estrictos controles aduaneros en lo que los expertos llaman una carrera de inteligencia artificial entre las dos superpotencias.
Los funcionarios aún no han especificado exactamente qué tipos de software se verán afectados, pero han insinuado que cubrirá tecnologías avanzadas vinculadas a la defensa, IA, telecomunicaciones, logística y fabricación de alta gama.
La medida hace eco de esfuerzos anteriores para bloquear la venta de chips y tecnología de IA a empresas chinas consideradas como amenazas a la seguridad.
La principal preocupación es evitar que software estadounidense sensible, como herramientas de encriptación, programas de diseño y plataformas de aprendizaje automático, sea utilizado para impulsar el poder militar o industrial de China.
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