El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella marcó 46,04 puntos en noviembre, con su mayor suba mensual desde el inicio de la gestión de Javier Milei.
El incremento de 8,79% respecto a octubre consolida un proceso de recuperación que había comenzado el mes anterior, tras el desplome de agosto, cuando el índice cayó 13,9%.
Sin embargo, tras el contundente triunfo de La Libertad Avanza en las elecciones legislativas de fines de octubre, el índice repuntó con fuerza.
Es que, en apenas dos meses, el ICC recuperó 15,65 puntos porcentuales y ahora se ubica apenas un 2,83% por debajo del máximo alcanzado en enero de 2025 (47,38 puntos).
La comparación interanual también muestra señales positivas: noviembre 2025 supera en 2,28% al mismo mes del año anterior y se encuentra 29,3% por encima del mínimo histórico de la gestión, registrado en enero de 2024 cuando el índice había caído a 35,60 tras las primeras medidas económicas del gobierno.
Sin embargo, detrás del dato agregado se esconden profundas disparidades territoriales que evidencian las diferentes velocidades de la recuperación económica.
En esta ocasión, el Gran Buenos Aires lideró el rebote con un salto de 12,73% mensual, un 10,97% por encima del nivel de un año atrás.
El Interior, por su parte, mostró un avance más moderado de 7,40%, aunque continúa siendo la región con el índice más elevado (51,51 puntos), a pesar de mantenerse 3,75% por debajo de noviembre de 2024.
El dato más llamativo —y preocupante para el oficialismo— proviene de la Ciudad de Buenos Aires, donde la confianza del consumidor cayó 1,01% en el mes y acumula una contracción interanual de 10,12%.
Con 39,92 puntos, CABA exhibe el índice más bajo de las tres regiones, una señal que contrasta marcadamente con la narrativa de recuperación nacional y que podría estar reflejando el impacto diferencial del ajuste fiscal y la reestructuración del Estado en una ciudad con mayor exposición al empleo público y a los servicios vinculados al sector estatal.
El análisis por nivel de ingreso revela otra dimensión significativa de esta recuperación.
Los hogares de ingresos bajos registraron un incremento mensual de 12,43%, prácticamente duplicando la suba de 5,93% observada en los hogares de ingresos altos.
En términos interanuales, la brecha también favorece a los sectores de menores ingresos: +4,61% contra +2,53%.
Esta convergencia parcial resulta notable en un contexto donde los segmentos de mayores recursos suelen mostrar mayor resiliencia en sus percepciones económicas.
El subíndice de Bienes Durables e Inmuebles ilustra dramáticamente esta tendencia: entre los hogares de ingresos bajos subió 24,31% en el mes y 24,42% en el año, mientras que en los hogares de altos ingresos los incrementos fueron de 3,57% y 6,56% respectivamente.
Cuando se desagrega el índice por horizonte temporal, emerge un patrón revelador: las Expectativas Futuras aumentaron 9,19% en noviembre y se ubican en 55,71 puntos, mientras que las Condiciones Presentes subieron 8,19% hasta 36,37 puntos.
La brecha entre ambos componentes —de casi 20 puntos— refleja que los consumidores siguen siendo más optimistas sobre el futuro que sobre su situación actual.
En la comparación interanual, sin embargo, se invierte la ecuación: las Condiciones Presentes mejoraron 9,54% respecto a noviembre de 2024, mientras que las Expectativas Futuras todavía se mantienen 1,95% por debajo.
Esta aparente contradicción sugiere que la mejora en variables concretas del presente (como la inflación) comienza a materializarse, pero el optimismo sobre el futuro que caracterizó los primeros meses de la gestión se modera.
Los tres subíndices que componen el ICC mostraron avances en noviembre, aunque con diferente intensidad. Bienes Durables e Inmuebles lideró con un alza de 10,42% mensual, impulsado especialmente por la percepción de que este es un buen momento para comprar automóviles y casas (+14,07%). Le siguió la Situación Macroeconómica con +9,86%, donde las expectativas de corto plazo se dispararon 18,82%, reflejando probablemente el impacto de la desaceleración inflacionaria y la estabilidad cambiaria.
El subíndice de Situación Personal fue el que menos creció (+6,42%), aunque igualmente mostró una mejora significativa tanto en la evaluación retrospectiva (+4,23%) como en las expectativas a un año (+7,91%).
La cuestión central es si esta mejora en la confianza del consumidor representa el inicio de una recuperación sostenida o simplemente un rebote técnico tras la fuerte caída de agosto.
Varios factores sugieren cautela: la confianza aún no recuperó los niveles de enero, las disparidades regionales se están ampliando, y CABA —el distrito con mayor PBI per cápita— muestra señales de deterioro.
Por otro lado, la mejora generalizada en todos los subíndices, el avance en las condiciones presentes y la recuperación más pronunciada en los sectores de menores ingresos podrían indicar que la percepción de estabilización macroeconómica comienza a permear a segmentos más amplios de la población.
El desafío para los próximos meses será convertir esta recuperación de expectativas en una mejora sostenida de las condiciones económicas concretas, particularmente en materia de empleo e ingresos reales, los dos factores que históricamente muestran mayor correlación con la confianza del consumidor de largo plazo.


