Álbum: Quimera. Artista: María Becerra. Canciones: “Ramen para dos”, “Infinitos como el mar”, “Hasta que me enamoro”, “Corazón vacío”, “Que tu me quieras”, “Recuerdo que nunca existió”, “7 vidas”, “Ahora que estás con él”, “Vuelves triste”, “Jojo”, “Frutilla del pastel”, “Hace calor”, “Slow It Down”, “Pierdo la cabeza”, “Romántica”, “Tatú” y “Mi amor”. Discográfica: Warner Music. Nuestra opinión: bueno.
“Quimera: mi nuevo álbum. Después de casi tres años por fin van a poder escuchar este proyecto en el que tanto venimos trabajando. Con Shanina, JOJO, Maite y Gladys: estos personajes que tanto me ayudaron a sanar en el camino. Un viaje personal, emocional y profundo, con sus luces y sus sombras, con todas las versiones de mí." Esto escribió María Becerra horas antes del lanzamiento del disco.
Y para fortuna de sus fans, Quimera ya está en la calle (es decir: en las plataformas digitales de música). Lo que suena en primera persona -ese viaje personal del que María habla- parece estar atravesado por alter egos a los que les puso nombres.
De hecho, desde principios de este año ya estuvo adelantando canciones que, en realidad, son pistas entendidas como capítulos de esta historia de 17 tracks y varios invitados. Con los rasgos estéticos del animé, publicó los videos de Shanina I (la canción “Ramen para dos”, con Paulo Londra), Shanina II: “Infinitos en el mar”, con un final muy hardcore) y Shanina III (“Hasta que me enamoro”, junto a Tini). Si se lo puede entender como capítulos es porque cada uno está conectado con el siguiente hasta que llega un cambio de personaje.
Según anticipo su productora, cada personaje marca un perfil. Maite: la vulnerabilidad, la herida y el amor que enseña. Jojo: el brillo y la sensualidad como declaración de libertad. Shanina: la dualidad, el deseo, la intensidad y su energía cambiante. Gladys: la raíz, la verdad cruda, el orgullo por el origen y el barrio. “Cada una de ellas habita tres canciones que exploran géneros, historias, estéticas y modos de sentir distintos, haciendo de Quimera un álbum donde conviven pop, urbano, R&B, salsa, dembow, sonidos experimentales, melancolía, fuego, catarsis y empoderamiento”.
Pero, por supuesto, que nada es tan literal, ni lineal ni exacerbado, y habrá cruces inevitables, incluso con el quinto personaje, que no es tal sino ella misma. La que dice “Te vi, cuando caminaba por Calchaquí” (la avenida más importante de la localidad de Quilmes) no es Gladys, la cumbiera de barrio, orgullosa de su origen, sino la freak Shanina, que parece importada desde un suburbio de Osaka.
En definitiva, esa es una manera de que las canciones tengan un carácter independiente donde entra en juego el trabajo del productor XROSS (Xavier Rosero Carrillo). La labor de este ecuatoriano fue darle una estética a lo que Becerra llevó a su estudio, ya con la certeza del resultado (al menos en cuanto a números) que les dio la colaboración que hicieron en “Te Cura”, para Fast & Furious X.
En ese sentido, aunque no haya un patrón algorítmico que se imponga en la realización de Quimera, se puede decir que tanto por su sonoridad como por la construcción de las canciones, responde a las mayores tendencias de estos tiempos, sin arribar a nada que resulte una experiencia que se extienda por fuera de este universo. El pulso de este álbum oscila; va de estilos urbanos a la cumbia y la salsa. Los matices estéticos y de contexto aparecen en el capítulo JOJO, con los invitados (Taichu, Jay Wheeler, El Alfa y Karina “La Princesita”, además de los mencionados Paulo Londra y Tini) y excepcionalmente en la presencia de una guitarra acústica hacia el final del recorrido.
En cuanto a las letras, a pesar de que en la trastienda de esta producción intervengan personajes diversos (incluso como las diferentes personalidades que años atrás se describían para el rol de cada integrante de una boyband o una girlband), buena parte del repertorio está unificado en una misma historia, que es la del desengaño, de lo que no fue o que fue y ya terminó.
Es probable que todo eso fuera parte de la producción que María ya tenía terminada hace un año, pero que no salía de cuatro paredes. De ahí en adelante, hay una especie de segunda parte en la que el sentimiento se redime. Se pone optimista, luminoso. El ejemplo más claro es el último tema, probablemente el más personal, que canta con J Rei. “Tocamos el cielo, caímos al suelo y nos levantamos juntos”. Una canción con ACDAE (Alto Contenido de Declaraciones de Amor Explícito).
Y de vuelta en la idea de álbum, vale la pena detenerse en el título -porque si María no hubiera querido darle ese sentido, habría seguido sumando y lanzando canciones por separado a la ocho que ya ha estrenado y que ahora forman parte de este trabajo. Detenerse en el título sería para pensar un instante en cuál es el rumbo de esa Quimera que tiene tantas acepciones diferentes. Si hay allí un sino tanguero, de lo inconcluso, lo inalcanzable, como ese amor no correspondido. Esa “percanta que me amuraste” transformada, cien años después, en un muchacho, o varios, rompecorazones, a base de música urbana. O quizá (con menos probabilidades de esto), en un sentido más clásico, la quimera sea ese monstruo de tantas genéticas cruzadas, acaso todos esos personajes que circulan por el álbum. Quién sabe, porque lo cierto es que, más que una quimera, es un disco de yin y yang, de expreso contraste, de dos momentos bien diferentes.


