Todos sabíamos que era una parodia. Pero hacíamos como que era real. Y ellos ponían mucho para que no pareciera. Les sobraba habilidad para ejecutar acciones complicadas. Un alto umbral de tolerancia al dolor para soportar impactos, que no siempre lograban fallar. Y todos sabíamos quiénes debían ganar y ganarían. Que el árbitro era un clown que simulaba impartir una justicia que no debía existir. Y que el dueño del circo siempre se impondría. Nada importaba. Cientos de miles y miles de chicos y de grandes disfrutamos durante cuatro décadas de esa representación. Que no ocultaba la farsa. La enaltecía con la sinceridad de la burda impostura. Era la magia de Los Titanes en el Ring del gran Martín Karadagian lograban esa magia.
Pero ese no fue su mejor truco. El más exitoso es haberse reiventado. Y que cada fin de semana millones de argentinos paguen (entrada o abono de cable) para mirar a sus sucesores. Sin ver a un Karadagian de época, que en cada match que le importa pone un William Boo para fallar. En todo sentido. Un espectáculo del que casi ningún poderoso se priva de ser parte (o partícipe necesario). Las CD de los afiliados lo confirman. ¡Bienvenidos al Titanes Chiqui Show! También llamado Torneos AFA(no). Sin disimulo.

