Varias son las opciones para no aburrirse durante este fin de semana largo. A continuación algunos de los mejores estrenos y hallazgos en el amplio mapa del streaming.
Hace tiempo que se habla del regreso de Claire Danes a la televisión (o streaming deberíamos decir hoy) luego del éxito de Homeland. Primero fueron sus breves incursiones en el misterio con La serpiente de Essex (2022) y Círculo cerrado (2023), y luego fue su paso por la comedia junto a Jesse Eisenberg en Fleishman is in Trouble (2022/2023), pero finalmente La bestia en mí parece haber modelado un personaje para ella.
Creada por Gabe Cooper, del equipo creativo de Los expedientes secretos X, La bestia en mí presenta a una exitosa escritora de memorias recluida en Long Island luego de la muerte de su pequeño hijo, de una dolorosa separación y un extenso bloqueo creativo. A la casa lindante de ese refugio arriba el millonario Nile Jarvis, exitoso en los negocios inmobiliarios, pero también perseguido por fantasmas: la desaparición de su primera esposa de la que parece ser responsable. Ese explosivo encuentro es el eje del relato, estructurado en una puja de acuerdos y negociaciones, y de exquisitos diálogos que Danes y Matthew Rhys dominan a la perfección.
Serie de ocho episodios, disponible en Netflix.
A comienzos de los años 90, la versión de Curtis Hanson de esta historia se convirtió en un inesperado furor. Rebecca De Mornay asomaba como una villana capaz de sacudir los cimientos sagrados de la casa familiar, y la maternidad era el eje de discusión y disputa de un terror atípico e inusual. Esta remake, dirigida por la mexicana Michelle Garza Cervera (Huesera), se desplaza del tono impactante y exploit de la original, más cercano al espíritu de los thrillers eróticos que habían aparecido en esos años (Atracción fatal, Bajos instintos), y elige una atmósfera densa e inquietante, una perturbación sugerente y subterránea que quizás recuerda mejor al ejercicio de Polanski en El bebé de Rosemary.
Garza Cervera controla su puesta en escena para evitar sobresaltos y golpes de efecto, y recuesta su estrategia narrativa en un progresivo extrañamiento de esa realidad en la que Caitlin (Mary Elizabeth Winstead) y Polly (Mika Monroe), madre y niñera, se ven envueltas como en una asfixiante telaraña.
Película, 105’, disponible en Disney+.
La primera novela de Mike Herron, el creador de la saga de Slow Horses, ese peculiar universo de espionaje comandado por Jackson Lamb, anuncia algunas de las constantes de su siguiente obra: la evidente inspiración en el espíritu desencantado de escritores como Graham Greene y John Le Carré, la elección de antihéroes como ejes del relato, y la construcción de narrativas especulares.
En Down Cemetery Road, la detective Zoë Boehm de Emma Thompson no tiene nada que envidiarle al cinismo del Lamb encarnado por Gary Oldman en Slow Horses, pero su recorrido es diferente: la entrada al misterio resulta de una muerte personal. Como espejo de ese recorrido aparece la ingenua Sara Trafford (Ruth Wilson), restauradora de un museo en Oxford que descubre a partir de una misteriosa explosión en la casa lindante una impensada conspiración gubernamental. Thompson y Wilson conforman un dúo excepcional para este misterio que une el policial del enigma, las tramas de espionaje y el humor de la tradición inglesa al que Mike Herron honra con maestría.
Serie de ocho episodios, Apple TV.
El punto de partida es original: un misterioso intermediario entre corporaciones denunciadas y denunciantes temerosos funciona entre las sombras en ese precario equilibrio moral entre la protección ajena y el beneficio propio. Por más extraño que parezca, ese el eje de El intermediario, la nueva película de David Mackenzie (director de la excelente Sin nada que perder) que pasó directo al streaming.
Poco sabemos de Ash (Riz Ahmed) más allá de su pasado como alcohólico y sus traumas de inmigrante árabe en la Nueva York post 11-S, pero su sinuosa actividad como mediador en demandas por altas cifras a grandes compañías lo conecta con Sarah (Lily James), una bioquímica que decide devolver pruebas incriminatorias a una poderosa farmacéutica luego de recibir amenazas y vigilancia constante. La trama de su encuentro y de la creciente intriga que los envuelve aprovecha los mejores recursos del suspenso, sobre todo en su primera parte, con grandes escenas de acción, ritmo y dos muy buenas actuaciones de Ahmed y James.
Película, 112’, disponible en Flow.
Perdida en la marea del streaming, como pasa con muchas ficciones que pasan desapercibidas en su estreno, aparece esta creación del escritor jamaiquino Marlon James, ambientada en su Jamaica natal bajo el influjo de la historia de esa colonia británica y los fantasmas de su colonización. Millie Black es además Tamara Lawrence, actriz británica de ascendencia negra, convertida en una policía de Scotland Yard que regresa a Kingston para rastrear las huellas de un hermano que creía muerto.
Allí reaparece el recuerdo del abandono de su padre, del rencor maternal, del maltrato que marcó la casa familiar. Esa búsqueda la pone frente a sí misma y su recuerdo, y al mismo tiempo en la pista de una serie de crímenes cometidos en La Zanja, un cordón urbano en la periferia de la ciudad, donde asoman la marginalidad y la prostitución, los clubes nocturnos y el tráfico de drogas en las barrancas. Millie Black es un relato policial pero también un recorrido por la historia de Jamaica, la mirada de Marlon James que impregna esa isla, su recuerdo y reflexión.
Serie de cinco episodios, disponible en HBO Max.
Nada tiene peor prensa que una historia de amor entre gente madura. A menudo esas reseñas suelen caer en clisés vinculados con la parodia, el destrato o la condescendencia, y ese tipo de películas suelen aparecer en algún rincón de las plataformas, o estrenadas culposamente como relleno de algún jueves. Algo de eso pasó con esta película dirigida por Meg Ryan, que si bien no está entre las mejores de esa tradición de romances “otoñales”, intenta ofrecer un honesto entretenimiento y una cálida historia de amor en el marco del vilipendiado “rematrimonio”.
Willa y Bill (Ryan y David Duchovny) son amantes que se distanciaron hace ya 25 años y se reencuentran de casualidad, atrapados en un día de nieve en el mismo aeropuerto. Todo comienza con un encuentro accidentado para cargar el celular, vanos intentos de alejarse el uno del otro, incomodidad en una conversación suspendida hace tiempo, y el recuerdo de un dolor que no parece superado. Aún con sus contraluces, ofrece un mérito no menor: explorar a los personajes en toda su complejidad, sus tristezas escondidas, sus reproches silenciados, y el persistente deseo de querer conectarse con alguien, aunque sea en el lugar y el día menos pensado.
Película, 103 minutos, disponible en Prime Video.
Creada por el director Cooper Raiff, figura ascendente en el indie estadounidense, Hal & Harper es la historia de dos hermanos veinteañeros marcados por la perdida de su madre en la infancia. Desde entonces el vínculo de Hal (el propio Raiff) y Harper (Lili Reinhardt) se hizo fuerte, casi simbiótico, signado por la protección y la codependencia, sobre todo porque el único adulto de la familia, el padre que debería haberse encargado de la crianza (interpretado por Mark Ruffalo), se vio sumido en una profunda depresión.
La serie se construye a modo de rompecabezas, recurriendo a la emoción y al llanto a menudo, pero dando lugar a retazos del pasado que se cruzan con el presente amoroso de cada uno de los hermanos, y con la reciente decisión del padre de volver a casarse y vender la casa familiar. Raiff se arriesga en una estructura compleja, que cruza diversos tonos y espacios, que explora hasta la médula vínculos cercanos y complejos, sin perder nunca la empatía con sus personajes y emociones. De las series más extrañas del presente, esquiva a los moldes de género, sin temer a las lágrimas y a aquellos terrenos en los que no siempre se sale indemne.
Serie de ocho episodios, disponible en Mubi.
El prolífico director catalán Jaume Collet-Serra abandona el derrotero de Liam Neeson en sus thrillers al límite (Desconocido, Una noche para sobrevivir, El pasajero) para regresar a los cimientos del terror familiar, aquel que lo hizo famoso en películas como La casa de cera o La huérfana.
Alejado de los grandes presupuestos y las estrellas, Collet-Serra concentra la acción en una casa de campo en la región de Georgia donde una mujer vive con sus dos hijos luego de la perdida de su marido en un accidente automovilístico. Con la pierna herida por las secuelas del siniestro, Ramona (Danielle Deadwyller) se hunde en la frustración y el malestar, atenazada a la cama y el malhumor, y despliega una creciente disputa con Tay (Peyton Jackson), su hijo mayor ya adolescente. El detonante de la crisis será la aparición de una misteriosa mujer en el campo, cubierta con un velo negro y sentada en una silla, una presencia que se torna cada vez más cerca y amenazante. El juego que propone la película evoca el relato de Henry James en Otra vuelta de tuerca. ¿Es todo lo que vemos real o emana de la mente afiebrada de una fabuladora? Allí está la clave de este recorrido.
Película, 88’, disponible en HBO Max.
Creada por Mike Makowsky (guionista de Mala educación), Muerte por un rayo recorre la historia desconocida del cuarto presidente asesinado en los Estados Unidos después de los célebres Kennedy, Lincoln y MacKinley (el menos célebre, en realidad, pero cuya muerte tuvo serias consecuencias políticas para el país a comienzos del siglo XX): James A. Garfield.
Interpretado por Michael Shannon, Garfield aparece en su ascenso en la vida política, su consolidación en el partido republicano y su llegada a la presidencia como candidato de consenso, mientras en paralelo seguimos también la historia de quien será su asesino, el ignoto Charles J. Guiteau (interpretado por el siempre notable Matthew Macfadyen). Esos caminos paralelos revelan las contradicciones de una sociedad en las décadas siguientes a su independencia y la terrible Guerra de Secesión, los espinosos caminos de la política que combinan acuerdos como los que ponen a Garfield en la Casa Blanca, y los delirios de poder y ambición de Guiteau. La danza perfecta para una disputa absurda e inevitable, la que conduce a la tragedia.
Miniserie de cuatro episodios, disponible en Netflix.
Los altibajos de la carrera de Ron Howard y las múltiples caras de su propio personaje hicieron que esta película se pierda fuera de las coordenadas habituales de su cine (algunas comedias como Splash y Cocoon, relatos de ambiciosa aventura como En el corazón del mar y Robin Hood, excursiones al espacio como Apolo 13 o la reciente Han Solo), sin conseguir buena distribución ni buenas críticas, pese al elenco estelar que integran Jude Law, Ana de Armas, Vanesa Kirby y la musa de la provocación, Sydney Sweeney.
Es que de eso se trata un poco Edén, de provocar bajo el velo de un relato paradisíaco, ambientado en los años 30 en el archipiélago de Galápagos, y combinando algo de sol, arena y creciente violencia con la excusa de pensar los ecos del nazismo y la disputa por la pertenencia en el exilio. Ese uso del confín como espacio de contención recuerda un poco a la experiencia de Ocho a la deriva de Hitchcock, recluida en una balsa en la que se daban cita interrogantes existenciales y una pesquisa definitiva sobre el Mal. Lo que le interesa a Howard de aquella historia real son el espejo de un presente que también anuncia una convivencia tensa entre los diferentes y una dura disputa por la sobrevivencia en un mundo cada vez más violento. Aún con algunos desajustes, la película consigue aprovechar el exceso en el tono y el límite de la sátira como su mejor aporte.
Película, 129’, disponible en Prime Video.


