“Este país necesita que alguien le diga qué hacer. Es momento de ser un país adulto”, dice Laurence ‘Larry’ Kotlikoff, un economista estadounidense que vive y da clases en Boston, pero tiene una curiosa conexión con Argentina. El nexo es el exministro Domingo Cavallo, con quien generó una amistad hace décadas, cuando compartían aulas y pasillos en la Universidad de Harvard junto a otros nombres conocidos, como el expresidente chileno Sebastián Piñera.
“Es un gran amigo”, dice Kotlikoff a LA NACION, durante su reciente viaje a Buenos Aires, donde además de mantener encuentros con funcionarios del equipo económico nacional y académicos de centros de estudio como el CEMA y UTDT, se reunió frecuentemente con Cavallo, cuyo vínculo personal se consolidó en un episodio de 2002. Fue en mayo de ese año, cuando Kotlikoff promovió una solicitada en apoyo al exministro argentino, que estaba detenido involucrado en el marco de la causa del tráfico de armas y contrabando agravado. El entonces jefe del departamento de Economía de la Universidad de Boston (EE.UU.) impulsó la nota, que se publicó en The New York Times, que llevó la firma de 75 académicos internacionales, incluyendo a cinco premios Nobel de Economía, como Robert Lucas, Franco Modigliani, Robert Mundell, Paul Samuelson y Robert Solow, además del extitular de la Fed, Paul Volcker y el propio Piñera.
“El problema de Argentina es que impulsa reformas, pero duran dos semanas. Lo que propongo es usar la tecnología moderna y las instituciones mundiales para que funcionen para siempre”, dice Kotlikoff, quien insiste en que el país “involucionó” de ser una economía “avanzada a una en desarrollo”. “El problema fueron las malas políticas”, insiste el economista, quien se postuló para presidente de su país, en 2016. Especialista en temas de finanzas públicas, impuestos y macroeconomía, se define como un académico apartidario, y critica a sus colegas que explicitan una afiliación ideológica o política. “Hay muchos economistas que son ideológicos, que buscan una recompensa por esa pertenencia. En mi opinión, quien tenga una afiliación partidaria debería entregar su título. Desde ese lugar, perdés tu capacidad de ser economista”, polemiza.
En su perspectiva, el declive argentino se explica por “un siglo de terribles errores económicos” en el manejo de su política fiscal, monetaria y cambiaria. Si bien elogia al Gobierno por el equilibrio de las cuentas públicas, propone reformas “de fondo” para “sostener los enormes logros que no deberían ser menospreciados, como la baja de la inflación”. Además de la idea de la dolarización, propone reformar el sistema jubilatorio para que sea el Banco Mundial quien gestione e invierta ese capital y cambios impositivos. La propuesta más radical, que acercó a Luis Caputo y José Luis Daza, es cambiar el sistema bancario, por un modelo “libre de riesgo de corrida de depósitos”, en una suerte de experimento local con un esquema teórico inédito que hasta acá no se aplicó en ningún otro país.
-¿Qué visión tiene sobre el gobierno de Javier Milei?
-Hay logros que no deberían ser menospreciados, como la inflación en baja. También se restableció algún grado de crecimiento y un amplio apoyo social para el cambio del camino económico. El apoyo político es importante. Un siglo de terribles errores económicos había dejado al país en una situación donde nadie creía, y esto es lo que se necesitaba para revertirlo, con mejores políticas. Lo que propongo yo son medidas y reformas para sostener esos logros, medidas simples que todos puedan entender, para mostrarles tanto a los argentinos como a los inversores internacionales, que todavía dudan, que el país no tuvo un éxito de corto plazo, sino que va a extenderse en el tiempo.
-¿En qué áreas?
-La historia de Argentina es la de un país que imprimió moneda para pagar lo que el gobierno gasta, o para mantener y lidiar con el pánico financiero. Si hay temor de que el Tesoro no tiene gastos que son pagables, eso genera corridas y puede quebrar al Banco Central. La única forma de cambiar es cambiar las políticas de una forma tan relevante que cambien las expectativas, donde el futuro se vea distinto al pasado. Y también porque en Argentina el sector financiero es chico, porque nadie cree en el sistema financiero, con miedo de que el dinero ingresa pero quizás no lo pueden recuperar. Eso pasó la última vez que estuve acá, en 2002, y terminó con alta inflación y caída del nivel de actividad. Después, vino un gobierno populista. La clave es generar algo sustentable.
-¿Qué propone para cambiar los bancos?
-Es crear un sistema bancario que no falle nunca, que no esté expuesto a corridas. Lo propuse en Estados Unidos y alrededor del mundo, pero nadie lo adoptó. Argentina es perfecto para ser el primero. Básicamente, hoy los bancos piden dinero o toman los fondos de sus ahorristas, y lo invierten o lo prestan para proyectos que pueden ser de riesgo. Pero si la gente quiere su dinero de vuelta, puede generarse una corrida, y eso obliga al país a emitir, y genera problemas como mucha inflación. Mi solución son los bancos de propósito limitado (limited purpose Banking), donde solo puede invertir en activos reales.
-¿Por qué hacerlo en Argentina?
-El sistema financiero es chico acá en relación al PBI. Es un país perfecto para hacerlo. Cuando hay episodios de crisis, el país emite dinero, y terminan los pobres salvando a los ricos, a los dueños de crisis. La idea es eliminar ese esquema, no tener que imprimir pesos para salvar a los bancos, pesos que terminan generando hiperinflación. La otra razón por la que los países emiten dinero es porque entra en problemas fiscales, porque las provincias o el gobierno nacional gasta más de lo que la base impositiva del país puede sostener. Y cuando no tenés la posibilidad de tomar prestado, la única forma es emitir. Por eso el presidente Milei sacó la motosierra, y recortó el gasto en cinco puntos del PBI. Él lo que quiere es que sus reformas duren 100 años, no apenas su reelección. Por eso también hay que mirar el sistema de pensiones, que no es sostenible.
-¿Qué opina sobre la dolarización?
-Lo mejor es tener un prestamista de última instancia, que permite salvar a los bancos. Pero si no tenés un sistema bancario que falle, no hace falta. Podría hacerse ese cambio de monedas. Creo que estaría importándose inflación estadounidense, que ha sido alta en el último tiempo, pero eso es mucho mejor que vivir con la inflación argentina. Hay ventajas y desventajas de dolarizar. No tener control de tu oferta monetaria no es una situación perfecta, y es una ventaja si te podés controlar, pero este país tiene un siglo de historia de no poder controlarse cuando hablamos de imprimir dinero. Trump quiere dolarizar al mundo y le encantaría hacerlo.
-¿Pero cómo sería posible? Argentina no tiene los dólares para eso.
-Se podría pensar en una participación de Estados Unidos, una ayuda externa. Podría entregar el Tesoro unos US$30.000 millones, que se usarían para comprar todos los pesos y poner fin a emisión de pesos por parte del Banco Central. Podría ser un acuerdo que no tendría costo, pero sí con la condición de mantener un nivel de gasto. Y tendría una penalidad para el país si la incumple. Y si Argentina lo incumple y gasta de más, ese acuerdo se transforma en un préstamo que se tiene que repagar muy rápido. Sería un mecanismo para mantener al país a raya. Y si el país logra ser un país más desarrollado, en términos de su PBI per capita, donde los inversores quieren estar, tendría las condiciones para dejar el dólar y pesificar de nuevo, con dos monedas que coexisten como en Uruguay o Perú. Pero creo que ahora sería mejor ser Ecuador que Argentina con su moneda.
-Mencionó al sistema jubilatorio, ¿qué propone?
-Lo que habría que hacer es dejar de sumar a personas con el esquema vigente, que seguiría pagando lo que corresponde a lo largo del tiempo, y los montos caerían. Y sumar la participación del Banco Mundial, no en forma de darle dinero gratis a Argentina, sino que trabaje como banco. Cada argentino entrega un 10% de su ingreso, incluso sumando a los no registrados, que se podrían identificar sus ingresos por el uso de códigos QR y otros mecanismos digitales, y esos fondos se colocan en una cuenta custodiada y gestionada por el Banco Mundial. A los sectores de menores ingresos, o si sos discapacitado o desempleado, el Gobierno suma un apoyo adicional, en un esquema de solidaridad fiscal. Y cada dólar que ingresa el Banco Mundial lo invierte en el mercado global, y cada uno puede ver cómo evoluciona. Eso sería sin costo para la población argentina, y al momento de jubilarse, correspondería determinada cantidad según los años aportados. Y lo importante es que el gobierno no podría tomar ese dinero, porque está custodiado por el Banco Mundial. Solo le paga al beneficiario designado. Sería un sistema seguro.
-¿Y por qué invertir en el exterior fondos de los argentinos?
-Argentina es el 1% del PBI mundial. Destinar los ahorros acá sería algo no muy diversificado, con mayores riesgos. Lo que buscamos es invertir en el exterior y los extranjeros inviertan acá. Y cuando se aplican estas reformas, el país puede renovar su deuda a menor costo, porque se adoptan soluciones sólidas, los fondos del exterior empiezan a llegar. Son políticas que van a llevar al país a donde debería estar, que es tener uno de los PBI per cápita más altos el mundo.


