Y una tarde, algo histórico sucedió en el fútbol argentino. Una imagen de rebeldía. Porque si lo que hizo la AFA el jueves para entregarle una copa a Rosario Central en un escritorio pareció extraído de un capítulo de cualquier serie de espectáculos, la respuesta de Estudiantes de La Plata antes del partido de este domingo, por los octavos de final del Clausura, fue contundente. Un desplante que traspasará fronteras.
Luego de esa controversia generada en la semana por el título otorgado al Canalla por finalizar primero en la tabla anual 2025 —y por la posterior decisión de que el rival de turno (justo el Pincha) debía hacerle pasillo como homenaje—, el club platense acató la orden, pero lo hizo de espaldas en un gesto de protesta.
La secuencia previa pareció exponer que todo fue hablado: los futbolistas del conjunto platense comentando la postura al plantel rosarino y el entrenador Eduardo Domínguez dialogando con los jugadores de Central para anticipar la situación.
Finalmente, al ingresar al campo detrás de la terna arbitral encabezada por Pablo Dóvalo, Estudiantes cumplió el protocolo, pero cuando Ángel Di María y sus compañeros pisaron el césped, el plantel albirrojo se dio media vuelta. Fue un mensaje directo, simbólico y contundente hacia la dirigencia del fútbol argentino conducida por Claudio Tapia.
El despropósito comenzó el jueves. Tal como detalló LA NACION cuando en la reunión de Comisión Directiva de la AFA la apertura del debate llegó con una pregunta directa de Tapia: “¿Están todos de acuerdo?”. La sala quedó en silencio. Los dirigentes de los clubes de Primera bajaron la mirada. Algunos —los del círculo más cercano al presidente— ya sabían que, a pocos metros, una delegación completa de Rosario Central esperaba la señal para ingresar y ser coronada. También sabían que había una copa lista. Otros, los menos alineados con el sanjuanino que maneja el fútbol argentino, no tenían idea de nada.
Entonces llegó la orden: “Vení, Fideo”. Se abrió una puerta y apareció Ángel Di María, acompañado por el resto de la comitiva canalla: el presidente Gonzalo Belloso, el entrenador Ariel Holan y el capitán Jorge “Fatura” Broun. Minutos después, todos posaban con el trofeo. La Liga Profesional interpretó aquel silencio como una “votación unánime” para reconocer a Rosario Central como campeón. Así quedó asentado en el acta y así lo difundieron en el comunicado oficial.
En paralelo, en las redes sociales estallaba la bronca de los hinchas de otros clubes. ¿Sabían que el “reconocimiento” equivalía a una estrella y a un título oficial para el líder de la tabla anual? ¿O habían aprobado todo sin entenderlo?
Para despejar cualquier duda, Tapia llamó al estrado a los representantes de Boca (Ricardo Rosica) y River (Ignacio Villarroel): ambos validaron públicamente la entrega del trofeo a Rosario Central.
Estudiantes de La Plata, conducido por Juan Sebastián Verón —el único opositor declarado, aunque sea desde lo discursivo— fue el primero en plantarse. Desde la cuenta oficial del club, negó que hubiese existido una votación. Mucho menos una votación “unánime”. El reglamento de la propia Liga es claro: esos temas deben resolverse votando.
“El Club Estudiantes de La Plata comunica a sus socios, socias, hinchas y a la comunidad que, en la reunión del Comité Ejecutivo de la Liga Profesional del Fútbol Argentino, no se realizó ninguna votación respecto del reconocimiento del título de Campeón de Liga 2025″, se leyó en la cuenta oficial del Pincha en X...
La réplica no llegó desde la Liga ni desde la AFA como institución, sino desde su funcionario más combativo en redes: Pablo Toviggino, mano derecha de Tapia y responsable de encender todos los “cruces” digitales. Rosarino de nacimiento, tesorero de la AFA y cercano del presidente, eligió un blanco puntual: Verón.
En vez de apuntar contra Estudiantes —club afiliado a la AFA, al fin y al cabo— Toviggino personalizó el golpe. “Sir Sir Sir!! No podías quedarte atrás, tenías que ser parte de la campaña mediática de desestabilización y terrorismo contra la AFA y sus Dirigentes. Dale, Miamense, vení a una reunión de Comité Ejecutivo, así conocés la dinámica del Fútbol Argentino, que te hizo ser quien sos”, escribió en su cuenta de X.
Minutos después, redobló la apuesta: publicó el acta oficial de la reunión. “Papel mata Operación!! Se les cae a pedazos la desestabilización contra el Fútbol Argentino. En fin”, remató.
Un detalle significativo: el acta sólo llevó tres firmas. La de Claudio Tapia. La de Cristian Malaspina, secretario de la Liga y presidente de Argentinos Juniors. Y la de Francisco Duarte, gerente de la Liga. Ninguna más.
En Rosario, la polémica por el título otorgado por la AFA a Rosario Central sumó un capítulo inesperado y lamentable. Un mural dedicado a Ángel Di María apareció vandalizado en el club El Torito, la institución de la Zona Norte donde Fideo dio sus primeros pasos cuando apenas era un chico que soñaba con jugar a la pelota.
La obra, que retrata al campeón del mundo en una de las postales más icónicas de su carrera —el gol a Francia en la final del Mundial de Qatar 2022—, fue atacada con pintura negra. Sobre la imagen, los agresores escribieron insultos como “Ladrón, mercenario”, en un gesto que mezcló bronca, ignorancia y el clima enrarecido que atraviesa hoy el fútbol argentino.
No caben dudas de que esta imagen de los jugadores de Estudiantes dándole la espalda al “campeón” Central, que en instantes dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales, tendrá reacciones y consecuencias del lado de la AFA.


