Piero Cipollone eleva el listón: el proyecto del euro digital incluye el desarrollo de una app pública con pagos offline, respaldada por una infraestructura geodistribuida diseñada para la resiliencia del sistema. El objetivo declarado del BCE es fortalecer la soberanía de pago europea y reducir la dependencia de redes extranjeras, confirmando así su compromiso con la estabilidad financiera y la autonomía estratégica.
Según los datos recopilados por nuestro equipo editorial durante entrevistas con operadores del mercado y desarrolladores, gestionar flujos offline requiere compromisos técnicos entre latencia, privacidad y seguridad. Los analistas de la industria señalan que la resiliencia geodistribuida y la capacidad de operar incluso sin conectividad han sido prioridades compartidas desde el inicio de la fase de investigación sobre el euro digital en 2021. Considerando que la zona euro tiene aproximadamente 340 millones de habitantes, el acceso universal sigue siendo uno de los objetivos centrales del proyecto.
En septiembre de 2025, durante la fase en que continúa la preparación del proyecto – a la espera del marco legislativo final dentro de la UE – se está trabajando para garantizar el acceso universal al dinero del banco central incluso en el entorno digital. Dicho esto, aunque la fase preparatoria está en marcha, algunas fuentes, como Reuters, indican un lanzamiento oficial del euro digital más cercano a 2029, después de completar las pruebas técnicas y la aprobación regulatoria.
Durante su reciente discurso, Cipollone describió el euro digital como una extensión de la moneda emitida por el banco central en el entorno digital. No es una criptomoneda, sino más bien dinero público en forma electrónica: de hecho, pretende ofrecer la misma libertad de elección entre efectivo físico y digital, como destacan las comunicaciones oficiales del BCE, manteniendo la continuidad con los instrumentos existentes.
La estrategia busca aumentar la competencia entre servicios de pago, promover la escalabilidad transfronteriza para bancos y fintechs europeos, y garantizar la interoperabilidad con los esquemas de pago existentes. En este contexto, la alineación con estándares comunes se considera una palanca clave para un mercado más eficiente.
El BCE está diseñando una infraestructura distribuida en múltiples regiones para evitar el clásico punto único de fallo. En el centro del sistema hay una app europea capaz de permitir un rápido cambio entre proveedores, eliminando el riesgo de bloqueo y apoyando la continuidad del servicio. Entre las principales innovaciones está la funcionalidad offline, que permitirá a los ciudadanos realizar transacciones incluso en ausencia de conectividad, asegurando así la continuidad de los pagos en caso de apagones o ataques cibernéticos y contribuyendo a la inclusión digital en áreas con cobertura de red limitada.
El BCE afirma que el euro digital fortalece el control sobre infraestructuras críticas de pago. La reducción de intermediaciones extranjeras debería resultar en mayor autonomía y una reducción significativa en costos sistémicos, creando un entorno de mayor competencia. Sin embargo, el punto no es solo tecnológico: promover fintech locales puede hacer que el ecosistema europeo sea más competitivo a nivel internacional.
El euro digital representa una forma electrónica de dinero del banco central destinado a ciudadanos y empresas para realizar pagos en toda la zona euro. Está diseñado para mantener la libertad de elección entre efectivo físico y digital, mientras mejora simultáneamente la seguridad y resiliencia del sistema financiero, con una infraestructura diseñada para uso cotidiano.
El BCE ha adoptado un enfoque de privacidad por diseño, integrando medidas de protección mejoradas incluso para uso offline. Entre las medidas adicionales en consideración están los límites de saldos y umbrales operativos destinados a prevenir cambios masivos de depósitos desde bancos comerciales, para equilibrar las necesidades de confidencialidad, anti-lavado de dinero y estabilidad financiera. Cabe señalar que el equilibrio entre la protección del usuario y la integridad del sistema sigue siendo central.
En septiembre de 2025, la fase de preparación del euro digital continúa, con el desarrollo de prototipos, definición de requisitos de interoperabilidad y especificaciones para funcionalidad offline en colaboración con operadores del mercado, pendiente de la adopción del marco legislativo final de la UE. Dicho esto, la decisión sobre una posible emisión podría materializarse más tarde, con algunas previsiones que predicen el lanzamiento oficial alrededor de 2029, según indican fuentes de prensa especializadas.
La introducción de una app con capacidades offline y la adopción de una arquitectura distribuida representan un salto significativo tanto técnica como políticamente. Con un sistema más resiliente y menos dependiente de infraestructuras externas, el euro digital puede convertirse en el estándar europeo para pagos digitales, ofreciendo nuevas eficiencias a ciudadanos y comerciantes y fortaleciendo la soberanía económica del continente. En este contexto, la alineación regulatoria será crucial.